La descuidada
por Carlos Enrique Saldivar
A una linda jovencita le gustaban mucho las flores. Tenía un vivero repleto de ellas. Flores conocidas, hermosas, otras muy extrañas, de todas las formas y colores. Casi todas las especies del mundo Pero no las cuidaba como debía ser. Eran demasiadas flores. Muchas morían por descuido. A ella no le importaba mucho. Su fortuna era innmensa. Podía reemplazarlas. Hace unos días compró “las flores más maravillosas del mundo”. Ayer fue a verlas y a platicar con ellas. Hoy, la joven amaneció muerta en el vivero. Su piel estaba arrugada y enjuta, totalmente deshidratada. No había una sola gota de sangre en su cuerpo. Torpemente en su momento la muy distraida no se había percatado que “aquellas maravillosas flores” necesitaban agua.
FIN
A una linda jovencita le gustaban mucho las flores. Tenía un vivero repleto de ellas. Flores conocidas, hermosas, otras muy extrañas, de todas las formas y colores. Casi todas las especies del mundo Pero no las cuidaba como debía ser. Eran demasiadas flores. Muchas morían por descuido. A ella no le importaba mucho. Su fortuna era innmensa. Podía reemplazarlas. Hace unos días compró “las flores más maravillosas del mundo”. Ayer fue a verlas y a platicar con ellas. Hoy, la joven amaneció muerta en el vivero. Su piel estaba arrugada y enjuta, totalmente deshidratada. No había una sola gota de sangre en su cuerpo. Torpemente en su momento la muy distraida no se había percatado que “aquellas maravillosas flores” necesitaban agua.
FIN
© Carlos Enrique Saldivar, 2006. Todos los derechos reservados.
2 Comments:
Bueno...En realidad a ella no la importaban mucho las flores. Casi fue una venganza.
Me ha gustado, sí.
Un beso
Bueno.
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